El invierno ya pasó

Hay ocasiones en las que piensas que lo tienes todo controlado: tu vida es plenamente satisfactoria, tienes una familia que te quiere, haces profesionalmente lo que siempre habías soñado (ya sea estudiar lo que siempre has querido, o trabajar en ese Mcdonalds en el que siempre quisiste hacerlo), e incluso puede que estés sentimentalmente satisfecho, ya que estás con esa persona que te complementa, que te ama por encima de todo y te apoya.
Aun así, siempre tendrás problemas que se te harán un mundo, "cosas" a las que prestarás tu máxima atención a pesar de tener esa maravillosa y utópica vida.

Hasta que llegue el día en el que las cosas comiencen a torcerse.
Cuando llegue ese día te darás cuenta de que no es un simple hecho dentro de un universo donde todos los días pasan mil cosas.No. Probablemente estás ante el comienzo de un efecto dominó donde todas las piezas comienzan a caerse, y todo lo que habías creído seguro e indispensable en tu vida ya deja de serlo; algunos lo llaman madurar, otros dicen que crecer, ya que asocian que a medida que creces la vida se va haciendo más y más complicada.

Lo cierto es, que una vez comienza esa cuesta abajo te das cuenta de cuan feliz eras hace a penas unos años, y cuántos "problemas" tenías, así como te das cuenta de que quizá tienes personas a tu alrededor que han recorrido este camino antes que tú y ante tus problemas incluso se reían pensando: "cuando este chico se de cuenta de la verdad de la vida va a flipar".

Aun con todo esto, también te das cuenta de que hay que centrarse en lo verdaderamente importante, y aunque todo se vaya viniendo abajo, debes intentar aferrarte a lo bueno que aún te queda y cuidarlo aún más, eso te ayudará a aprender mientras amaina la tormenta y quizá te ayude a conocerte a ti mismo, y a disfrutar más de las pequeñas y grandes cosas de la vida antes de volver a meterte en tu mundo, ya que antes o después, todo tiene una cierta inercia a la estabilidad y al "costumbrismo", que hace que nos ceguemos y no volvamos a pensar en elementos como en los que estoy yo pensando actualmente hasta que no estemos de nuevo en situaciones de cambio o límite.

No sabemos qué nos deparará el futuro, a lo mejor tenemos una idea, pero no sabemos realmente cómo vamos a evolucionar, cómo vamos a reaccionar a los sucesos que en toda vida tienen que suceder, a los seres que perderemos, a los que ganaremos, e incluso si de verdad seremos felices algún día, y si nos daremos cuenta de ello o no.
Pero en definitiva, quizá el tiempo que perdemos pensando en el futuro es aquel que más falta nos hace para centrarnos en el presente y darnos cuenta de lo felices que somos, porque a lo mejor dentro de unos años pensarás: "qué estúpido fui pensando en tonterías del futuro, cuando esos fueron los años más felices de mi vida".

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